jueves, 25 de abril de 2013

La fe convencional y de síntesis (adolescencia)
El mundo del adolescente se extiende mucho más allá de los límites de la familia. Otras muchas fuentes reclaman su atención e interés, ya que él se encuentra inmerso en un proceso de descubrimiento del mundo que lo rodea, como son los amigos, la escuela, el trabajo, el grupo de jóvenes de la iglesia, algún equipo deportivo al que pertenece, y los medios de comunicación masiva.
De manera que, su fe debe proveer coherencia y significado a todas esas nuevas experiencias. Dicho de otro modo, el adolescente deberá enfrentarse al proceso de tener que encajar la fe que ha heredado de su familia con las nuevas realidades que va descubriendo en su entorno.
La afirmación «fe de síntesis» significa que el adolescente va moldeando sus creencias por sus relaciones interpersonales con otros individuos y su propio entorno. El proceso en que se halla lo obliga a encontrar un equilibrio entre sus propias creencias y las de las otras personas, que pueden, perfectamente, ser diferentes e incluso incompatibles con su propia fe.
Esta búsqueda de equilibrio le genera mucha tensión y, ante esta última, algunos adolescentes ceden a la tentación de adoptar una actitud conformista y adolecer de creencias, evaluaciones y percepciones autónomas e independientes, para así sostenerse y aferrarse a las de personas de su entorno que son significativas para ellos. Esto sucede por dos razones.


El adolescente está dispuesto a renunciar a las propias para no ser rechazado o entrar en conflicto con el grupo.La primera se relaciona con su sensibilidad a las opiniones, juicios y expectativas de las personas con las que ellos quieren congraciarse. En esta edad, el grupo de amigos es altamente significativo, y por tanto, sus opiniones también. El adolescente está dispuesto a renunciar a las propias para no ser rechazado o entrar en conflicto con el grupo. La segunda razón tiene que ver con su identidad, esta todavía no está suficientemente moldeada, está en construcción, por lo cual, es posible, que las creencias y convicciones propias estén en fase de maduración.
A la vez se trata de una fe convencional, en el sentido de que el adolescente la moldea por las actitudes de la gente con que se relaciona en un momento determinado. Por eso el gran peligro de esta etapa es que ellos se acomoden a una fe de segunda mano, que no sea propia ni personal, simplemente la aceptan de la familia o de otros adultos sin apropiarse de ella tras pasarla por un periodo de prueba y reflexión.
Los adolescentes tienden a llenar de compartimientos su fe, de manera que sus compromisos del domingo no provocan impacto alguno sobre el resto de su vida semanal. Es muy propio de los adolescentes cristianos que vivan su fe de una manera dividida, los domingos son santos, los días entre semana…
El ambiente en que se desenvuelven ejerce una gran influencia sobre ellos. De manera que este individuo puede adaptar su comportamiento a las expectativas que el ambiente tenga sobre él. En casa se comporta de la forma que los padres esperan; en la iglesia, de acuerdo a los parámetros que debería seguir, según sus líderes, y, finalmente, con los amigos, como la mayoría lo disponga.
Esta etapa y sus características se convierten en la estructura primaria de la fe de muchos adultos. En efecto, la fe de muchos de estos últimos que no ha avanzado en su desarrollo, se parece enormemente a la descrita en este estadio, se muda según el ambiente en el que están.  Muchos adultos viven una total dicotomía entre su vida de iglesia y su vida cotidiana. En cuanto a su manera de ver a Dios, en este periodo, los adolescentes, pueden concebirlo como un guía y consejero personal, pero ya no de una forma tan antropomórfica como en la etapa anterior.

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